Diego de Nicuesa Gobernador de Castilla de Oro |
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Alonso de Ojeda Gobernador de Nueva Andalucía |
En 1508 el Rey FERNANDO el Católico dispuso dividir el territorio continental comprendido entre el Cabo de la Vela y el Cabo Gracias a Dios, en dos entidades, cuyo punto limítrofe fue el Golfo de Urabá. A OJEDA se le encomendó la porción oriental llamada Nueva Andalucía, mientras que a NICUESA la occidental, con el nombre de Castilla de Oro. Ante lo vago de los límites, surgieron conflictos entre los dos gobernadores, los cuales fueron resueltos tomando la sugerencia del experimentado piloto JUAN DE LA COSA, quien sugirió tomar al río Atrato, el cual desemboca en golfo de Urabá, como límite entre Nueva Andalucía y Castilla de Oro. Luego de resolver problemas económicos, en noviembre de 1509 ambas expediciones zarparon de Santo Domingo.
OJEDA al llegar a la bahía de Calamar, combatió inicialmente con éxito a los habitantes de esos territorios, persiguiéndolos hasta la aldea de Tubarco, en donde resultó vencido. En este enfrentamiento, falleció JUAN DE LA COSA y el propio gobernador estuvo a punto de perder la vida.
Coincidentalmente en esos momentos, arribó la flota de NICUESA, quien proporcionó a OJEDA armas y soldados, acompañándole en la misión de someter a los indígenas. Una vez vencidos estos, NICUESA regresó a las tierras de su jurisdicción en búsqueda de Veraguas, mientras OJEDA se dirigió al golfo de Urabá para continuar la colonización de su gobernación, donde funda San Sebastián de Buenavista.
La expedición dirigida por NICUESA tampoco estuvo libre de contratiempos. En una tempestad en la costa veragüense, la flota se dividió. Para abrigarse del mal tiempo, dispuso el gobernador anclar en la desembocadura de un río, cuyo caudal, por causas de la tormenta, había crecido. Sin embargo, al bajar el nivel de las aguas, la nave encalló, despedazándose, con excepción de un bote. NICUESA y el resto de los tripulantes pudieron salvar la vida. El resto de la flota, al mando del lugarteniente LOPE DE OLANO, había logrado encontrar refugio en la boca del río Chagres, llamado "río de los Lagartos".
A fin de encontrar el resto de la expedición, el grupo encabezado por NICUESA, inicia la marcha por tierra, rumbo al poniente, llegando al Archipiélago de Bocas del Toro. Pensando que se encontraban en tierra continental, cruzaron hacia una de las islas, en la cual pierden un bote con cuatro marinos que se dieron a la fuga. Estos últimos, logran encontrar la flota en el mismo sitio en que años antes, CRISTOBAL COLON fundó la población de Santa María de Belén. En este sitio, OLANO dispuso erigir un fuerte.
Una vez que la flota tuvo conocimiento de las desgracias del gobernador DIEGO DE NICUESA, se envió una nave a recogerlos. Una vez seguro, intentó juzgar como traidor a OLANO y sus seguidores, pero ante la presión de la tripulación, dispuso postergar el juzgamiento de este.
NICUESA tomó la decisión de trasladar la colonia a un sitio más salubre y de mejor clima. Ante la imposibilidad de llegar a Portobelo por la hostilidad de los indígenas, se trasladó a un lugar cercano a Punta Manzanillo que ofrecía mejores condiciones. Según cuenta la tradición el gobernador expresó: "Detengámonos aquí, en Nombre de Dios", circunstancia que le dio el nombre al lugar, que COLON había llamado Bastimentos. Una vez posesionada del sitio conocido como Nombre de Dios, NICUESA levantó una fortaleza a fin de combatir el ataque de los indígenas residentes en el área
La hostilidad de los indígenas fue certera, lo que provocó que los españoles quedaran reducidos a una situación precaria, toda vez que los cultivos fueron arrasados por aquellos y agotadas las provisiones de la flota.
Entretanto, la expedición dirigida por OJEDA sufría los rigores del hambre y las enfermedades, además del ataque de los pobladores indígenas. Resolvió OJEDA regresar a Santo Domingo a fin de encontrar nuevos recursos con los cuales continuar la misión, los cuales fueron ofrecidos por el Bachiller MARTIN FERNANDEZ DE ENCISO. El gobernador OJEDA encarga de la colonia a un soldado de nombre FRANCISCO PIZARRO, con instrucciones de abandonar San Sebastián y regresar a Santo Domingo, si en el plazo de sesenta días no regresaba.
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